El sol, siempre mi amigo, me besó
las mejillas, me abrazó el cuerpo y ha hecho el viento me acariciar el pelo.
La sonrisa, mi compañera y hermana,
se quedó más tiempo y me ofreció el horizonte.
No tengo miedo a la tormenta. ¡Qué
venga!
Pues que puedo ponerme asustada,
pero - ¡sí! - voy a enfrentarla.
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